La palabra «ojalá»

La palabra “ojalá» viene directo del árabe إن شاء الله (law sá lláh) y significa “si Dios quisiera”. ¡Imaginen toda la cultura que lleva dentro! En español, es una interjección que expresa el deseo de que algo se cumpla y, por eso, va siempre seguida del modo subjuntivo.

Un futuro incierto, pero deseado

“Ojalá”, de este modo, se refiere a un futuro deseado, incierto, irreal, que todavía no sucede. Es por eso que, luego de esta palabra, debemos utilizar siempre tiempos del modo subjuntivo, según su posibilidad o imposibilidad de concreción:

  • Presente: Ojalá quieras venir conmigo (posible).
  • Pretérito imperfecto: Ojalá quisieras venir conmigo (poco posible).
  • Pretérito pluscuamperfecto: Ojalá hubieras querido venir conmigo (imposible).

«Si Dios quisiera», «Si Dios quiere»

Dicen quienes saben más sobre etimologías en español que se pensó que “ojalá” venía del árabe “si Dios quiere”, pero esta palabra significa, ciertamente, «si Dios quisiera».

Fíjense la enorme diferencia. La primera expresión se refiere a una voluntad más cercana de que se haga realidad lo que deseamos. La segunda denota un afán menos preciso de que eso que pretendemos sea verdadero, y da la impresión de que Dios no quiera o de que así lo quisiera.

En cambio, “si Dios quiere” muestra una estructura condicional con otro tono, pues hay una probabilidad mucho más inmediata de que este ser poderoso haga efectivo nuestro anhelo. Esta gran distinción entre una expresión y otra nos demuestra que las lenguas no llegan solas, sino con toda su cultura.

El español no sólo proviene del latín

Como ya sabemos, los pueblos árabes vivieron en tierras hispanas alrededor de 700 años. El último reino musulmán en Granada se rindió en 1492, ante el rey Fernando de Aragón y la reina Isabel, la católica. Sin embargo, las últimas poblaciones musulmanas fueron expulsadas recién en 1609 y 1614.

Si pensamos que el árabe se habló en la península ibérica desde el siglo VIII hasta su sumisión en el siglo XV, entendemos por qué la palabra “ojalá” y muchísimas otras están presentes en el español, que, evidentemente, no tiene su origen sólo en el latín.

La limpieza de las lenguas

Hay un libro que se convirtió en un himno nacional: El cantar del Mío Cid, creado en el siglo XI. Para España y para todos los países que heredamos el español como lengua colonial, es una obligación estudiar este texto en la escuela, pues explica de qué manera «heroica» los españoles desterraron a los moros (árabes) de Iberia.

Me tocó analizarlo en la universidad, cuando tenía clases de lengua y literatura española. En ese momento, me di cuenta de que se trataba de un libro racista, xenófobo, que hablaba de una impune e imprescindible limpieza de sangre. Al final, como suele ocurrir, algunas colectividades tratan de ser lo más “puras” posibles o, al menos, lo desean…

Ojalá queramos siempre a nuestro “impuro” español

Entiendo los objetivos de la Real Academia Española (RAE), como otras tantas academias de las lenguas que se dedican a “conservar” y “regular” cómo hablamos y/o escribimos. Pero, ¿acaso las lenguas no se forman a partir de maravillosas aportaciones de quienes las ponen en acción como en aquel entonces las comunidades árabes, y ahora tú, vos o yo? ¡Claro que sí! 😉

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