Nuestra colaboradora y amiga Kariane Saint Denis ha escrito un texto lleno de reflexión, humor y certeza sobre, según ella, uno de los productos que sobrevivirán en nuestro planeta sin importar cuánta tecnología y tiempo nos pase por encima son las indestructibles palomitas de maíz. A ver qué les parece.
El mundo está cambiando
“El mundo está cambiando” es un refrán que se repite desde hace siglos, probablemente desde los inicios de la raza humana. Siempre hemos tenido el sentido de que las “cosas” (nuestros entornos, las tendencias sociales, las olas políticas, las condiciones económicas) van cambiando con el tiempo, y a veces más rápido de lo que podemos asimilar en nuestros intelectos individuales. Claro, es evidente que todo cambia, todo el tiempo – solo basta con preguntárselo a Einstein, que les contestará que “lo único que permanece constante es el cambio”.
La aceleración cósmica
A pesar de este hecho del universo, también es cierto que, en la actualidad, este cambio se produce con una velocidad más alta. Bueno, eso también es una ley de los físicos: la aceleración cósmica. Pero en el plan de nuestras vidas cotidianas, se percibe en las alteraciones sin precedentes que vemos a nuestro alrededor. Frente al cambio climático, las grandes oscilaciones y divisiones políticas, el advenimiento de la inteligencia artificial, y la importancia cada vez mayor de los descubrimientos científicos y tecnológicos, nos quedamos quietos, estupefactos. El mundo está cambiando, ahora, como nunca.

Este ritmo de cambio inusitado tendrá muchos efectos y se manifestará de formas distintas según el contexto. Entre otras cosas, hará que algunos bienes, que sean materiales o inmateriales, no tengan lugar en el mundo de mañana. Por la naturaleza paulatina de estos cambios, resulta difícil decir qué permanecerá, y qué no, de un día al otro. Sin embargo, si tomamos un horizonte de tiempo de cincuenta años, podemos entregarnos al ejercicio mental de imaginar qué mantendrá su relevancia a lo largo del tiempo.
Indestructibles palomitas
En mi humilde opinión, algo que sí permanecerá, a pesar de todos estos cambios y de las leyes de Einstein, son las palomitas de maíz. Puede que esta afirmación suene rara, e incluso trivial, pero me explico: el significativo de las palomitas de maíz va más allá de lo que se percibe en la superficie (para mucho de nosotros, esta superficie se desarrolla en la sala de cine, viendo un romcom malo mientras los adolescentes sentados en la última fila tiran palomitas hacia la pantalla).
Basta con considerar el valor histórico de su progenitor, el maíz, para profundizar el análisis. Desde su domesticación hace 10,000 años, por unos pueblos indígenas de México, este cultivo se ha extendido por todo el mundo y se ha convertido en un alimento de primera necesidad en los cuatros rincones del planeta.
Aunque hayan ocurrido muchos avances en el sector de la agricultura, y diversas tendencias en nutrición y dieta, el maíz nunca ha perdido este lugar privilegiado en la pirámide alimentaria. Al contrario, cada día se va integrando en aún más platos, recetas, y bocas. Si miramos para atrás, como testamento del futuro (aunque, como hemos dicho, las cosas cambian), no hay razón para creer que la predominancia del maíz no resistirá las tormentas que están por venir.
Todo esto nos lleva a considerar ahora uno de los productos del maíz: las famosas palomitas. Como el maíz, no creo que este producto se extermine en los cincuenta próximos años por el valor cultural, nutricional, religioso, y de diversión que tiene. Se nota que el primer uso del maíz silvestre fue el “popping”, dando así el popcorn. En sus inicios, la usaba por pueblos indígenas como los aztecas y los incas para la comida, decoración, y ritos religiosos.
Tiempos modernos
En los tiempos modernos, su popularidad se debe a su consumo como merienda o aperitivo, impulsado por la invención de las máquinas palomeras comerciales en el siglo XIX. Hoy en día, muchas personas hacen una conexión casi inmediata entre las palomitas de maíz y el cine (y, seamos honestos, es probable que el cine, como forma de arte y como experiencia, no desaparezca tampoco en los próximos cincuenta años). Pero, es importante subrayar que, fuera del cine, las palomitas de maíz han mantenido también un valor cultural muy fuerte: todavía se utilizan en eventos tradicionales y religiosos en varias partes del mundo, por ejemplo en Etiopía y Eritrea (en las ceremonias de café Habesha) y en Norteamérica (para construir guirnaldas de navidad).
Cabe deducir que, si la relevancia de las indestructibles palomitas de maíz no ha flaqueado en los últimos diez milenios, no es probable que lo haga en los próximos cincuenta años, sobre todo por la diversidad de lugares que las valoran. Así que siéntense con sus palomitas de maíz para observar cómo cambia el mundo, sabiendo que, pese a las predicciones de Einstein, su merienda favorita está aquí para quedarse.
PD de la editora: en Argentina, las palomitas se llaman «pochoclos», en Perú «canchitas», y en Uruguay «pororó». ¿Conocen otra forma de nombrar a las indestrudtibles palomitas?