Los gloriosos tamales mexicanos -gloriosos porque son absolutamente deliciosos- se ofrecían y se ofrecen al dios de la lluvia indígena, el poderoso Tlaloc. ¿Para qué? Para que la próxima siembra y cosecha de maíz sea todo un éxito.
La fiesta tlatoleca y su manjar
Como ocurrió en la antigüedad clásica cuando Roma tomó las divinidades griegas y las transformó en romanas (Zeus fue Júpiter, Afrodita fue Venus, Atenea fue Minerva, etc.), así, de la misma manera, España conquistadora se apropió de la fiesta tlatoleca con sus gloriosos tamales y la convirtió en el católico Día de la Candelaria. Y de esta forma se le conoce hasta hoy en día.
Comer tamales, esa es la cuestión
Sin embargo, lo cierto es que, aún en la actualidad, algunos pueblos originarios de México celebran a Tlaloc para que el 2 de febrero, que señala el comienzo del ciclo agrícola, comience la lluvia. Con el fin de estimular esta temporada “mojada”, que trae las mazorcas, se comen muchos tamales de distintos colores y sabores.

Tamales dulces y salados
Como ustedes ya saben, sigo siendo una turista argentina en México. Entonces, mi conocimiento de los gloriosos tamales está guiado por mi estómago. Es decir, no conozco demasiado de su hechura gastronómica. Sólo sé que son dulces, que tienen azúcar, pasas de uva o pedacitos de frutas. Aquí les dejo unas recetas, por si les dan ganas de prepararlos. Mis preferidos son los tamales de salsa verde con pollo o puerco en su interior. Me gustan todos: los que se hacen con maíz envueltos en hojas de elote o choclo, como decimos en el sur de América, o los que se envuelven en hojas de plátano, los famosísimos tamales oaxaqueños.
Aquí les comparto mis tamales 2022.

Tamal, del náhuatl tamalli
¡Ah! No les conté. Por si no lo sabían, los tamales son un alimento precolombino a base de una masa de maíz, que se encierra con hojas vegetales y se cuecen al vapor, con algún chile sabrosón. Hay indicios de esta increíble comida en las pinturas de hace 8000 a. C. ¡Imagínense! Miles y miles de años de glorioso festín. Por eso, no me parece justo que España haya “adecuado” esta ceremonia a su religión principal. En fin.
Tamales en la Ciudad de México
Yo me trago (porque no me los como normalmente) los tamales ya sea directamente en las hojas vegetales o con pan, las llamadas “tortas de tamal”. Les cuento, también, que cuando llegué a México, a esta enorme capital donde vivo, comí tamales por meses enteros… De verdad, ¡son irresistibles!

Por último, y a modo de posdata, les comparto el alucinante traslado del monolito Tlaloc desde San Miguel Coatlinchán, Estado de México, al Museo Nacional de Antropología.