Compartir los mates de nuestra vida

Tomar mate es una cuestión de placer. Y no importa la nacionalidad de quien disfruta de “unos verdes”, como comunmente se les llama en Argentina. Y, bueno, compartir los mates de nuestra vida es, aún, un placer mayor.

Compartir un ritual de excelencia

Tomar mate es una invitación esperada. Las ocasiones para iniciar este banquete «verde» son muchas: reuniones, estudio, soledad, charla, confesión. De hecho, podríamos asegurar, sin caer en una exageración, que las excusas para compartir los mates de nuestra vida son casi infinitas.

Los mates nos ayudan a compartir lo que más nos gusta: la compañía de quienes más queremos y la de nosotros/as/es mismos/as/es. La mejor parte es que estos contornos y entornos cotidianos se hacen día a día. El mate es un ritual que necesita de su ceremonia textual: con una excelente ortografía y redacción: el sofisticado cebado.

La sintaxis precisa y cálida del cebado

Yerba, con o sin menta, hierba buena, cedrón, amargo o con azúcar, con el agua caliente, tibia o fría, la bombilla y el venerado mate (el recipiente), cono todo eso se preparan nuestros mates, los mates de mi vida, de nuestra vida.

Ese mate tan rico al que le ponés «burro«, o aquel otro sin azúcar, que si no fuera por las charlas, me podría matar, se convierten en un momento imperdible. Y, claro, el mate de mi abuela que siempre está en mis mañanas para saber que seguimos juntas, tan sólo porque tomamos lo mismo. La cuchara que se ve en esta foto me la regaló ella y, por eso, me siento cerca de mi abuela todos los días.

Una bebida cosmopolita

Hay gente que se compra un mate sólo por turismo, y un día, decide probarlo. Ese día es feliz. Otras veces, estamos lejos y necesitamos crear el momento matero que construye ese cachito de país que nos falta, que extrañamos tanto. Porque, en definitiva, en ciertos espacios del mundo – como Argentina, Uruguay, Paraguay o Brasil- el mate es un familiar más que abrazamos, besamos, queremos, acompañamos y nos llevamos a todas partes. Afortunamente, para mí, estamos en tiempos cosmopolitas.

Tomar mate y compartirlo siempre

Ahora –prácticamente- se puede construir ese instante matero en cualquier lugar del mundo. Sin embargo, hay algo que todavía no existe: la teletransportación para poder tomar mates vía internet. Así es, ¿acaso poder compartir los mates de nuestra vida, cuando nos encontramos digitalmente y teletransportarnos, sería la felicidad absoluta? He tomado mate en Mendoza, Mar del Plata, Montreal y, ahora en México. Las 4 emes de mi vida necesitaron y necesitan, urgentemente, teletransportarse.

Paciencia: seguro que muy pronto, alguien nos hará el favor de inventar esta situación que terminará por completar nuestra vida diaria.

2 Comments

  1. Traté de hacerme uno, pero fue un desastre. Un día en México me gustaría volver a intentarlo con una chabona de verdad. Tus textos son siempre muy bonitos, poeticos y siempre muy interesantes. Gracias por compartir.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *